Lavapiés, un corazon que late.
Hace algunas décadas Lavapiés era sinónimo de casticismo. Este era un barrio de tradición castiza, un barrio galdosiano, donde sus vecinas bien podrían llamarse Fortunata, Rosalía o Amparo.
Ser un vecino nacido en este barrio madrileño daba derecho a alegar un plus de “madrileñismo”, un puntito por encima de los demás. Soy madrileño ¡de Lavapiés eh! Diría el chulapo o la maja.
Aunque como sabemos los que vivimos en esta Villa la condición de madrileño no viene dada por el árbol genealógico, ni siquiera por el nacimiento, hay quien dice que basta con menos de una hora para ser madrileño.
El léxico popular de la Villa es rico y ocurrente pero no ha acuñado términos despectivos para el foráneo, como “maqueto” o “charnego”.
Lavapíes de ayer a hoy.
De aquel viejo Lavapiés aún quedan testimonios como las viejas Escuelas Pías hoy convertidas en la preciosa biblioteca de la UNED.
O las corralas, viviendas populares para los vecinos más humildes y que formaron parte de la fisionomía de los barrios madrileños durante los dos siglos anteriores. Hoy casi no quedan.
Actualmente, majas y chulapos han desparecido. Los nuevos habitantes son chinos, indios, africanos, magrebíes, pakistaníes y latinoamericanos que han transformado por completo el paisaje, el color y el ambiente de estas calles.
Pero por alguna razón Lavapiés hoy como ayer sigue siendo un polo de atracción del Madrid más alternativo, más popular, un Madrid “No oficial”.
Lavapiés es muchas cosas.
Lavapiés es gastronomía.
Lavapiés junto con toda la diversidad cultural que proporcionan sus inmigrantes de todos los puntos del orbe es una Babel que concentra infinidad de restaurantes de los cinco continentes, junto con un buen puñado de bares y tabernas españolas (fundamentalmente en la calle Argumosa).
Estos últimos celebran en Otoño Tapapies una ruta multicultural de la tapa y la música que el próximo mes de Octubre celebrara sexta edición.
El inicio de la calle Lavapiés partiendo desde la plaza homónima es literalmente una Little India en pleno Madrid, los pequeños restaurante con fotos del Taj Mahal se suceden uno junto al otros con menús del día y degustación.
Lavapiés es cultura.
Esto es una plaza o La Tabacalera son lugares de encuentro de movimientos asociativos ciudadanos que conviven junto con centros culturales de referencia en la ciudad como es el caso de La Casa Encendida, también es un lugar para librerías de esas que invitan a entrar o a detenerse en sus vitrinas donde se exponen títulos sugerentes y sobretodo diferentes a los de las librerías al uso, que solo exhiben best sellers y porquerías del estilo.
Lavapiés es teatro…y cine.
Junto con el afamado Centro Dramático Nacional en pleno centro de Lavapiés, las calles de Lavapiés alojan 14 salas de teatro que representan más de 1000 obras anuales para todos los gustos y edades, además de talleres de teatro.
Y por si todo esto fuera poco tiene una muestra de cine que se celebra a finales de Junio y ya va por su edición numero trece.
Lavapiés es un crisol.
Pasear por Lavapiés es pasear por el mundo, un pequeño viaje, un periplo por culturas muy diferentes y todas ellas juntas, un ejemplo de convivencia espontanea y tolerancia.
Lavapiés es vida.
Pero Lavapiés es sobretodo un barrio con vida, con mucha vida.